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Quien observa a la venezolana Harlen Barrios, 31 años, natural de ciudad Bolivar sabe reconocer el excelente desempeño que hoy ella tiene dando atención y acogimiento a personas migrantes y refugiadas que llegan a la Operación Acogida en Pacaraima,  pero no imaginan que hace menos de 2 años ella estaba del otro lado de la frontera.

 

Harlen es enfermera de formación, cargo que desempeñó en Venezuela desde el año 2010 hasta el 2018, cuando decidió cruzar la frontera y llegar a Brasil.  A pesar de su gran experiencia profesional, la realidad era que cuestiones económicas y familiares se estaban dificultando. Todo esto se transformó en preocupación, estrés y depresión. Estando en Santa Elena de Uairen, ciudad fronteriza con Brasil, Harlen tiene conocimiento sobre la Operación Acogida en Pacaraima, lo que la llevó, poco tiempo después, a integrarse como voluntaria “ El inicio fue sumamente difícil, porque no entendía nada sobre el idioma, pero continué interactuando en los espacios en los que pude trabajar como voluntaria” dice.  Harlen tenía la necesidad urgente de traer a su hija para que pudiera continuar estudiando, considerando que en su país esto se había imposibilitado. 

 

Después de un momento de mucha tensión, al vivir un cierre de frontera inesperado, Harlen encontró un lugar para vivir con Camilia formalmente en Brasil, lo que le permitió a Camila continuar estudiando sin interrupción. 

 

Harlen comenzó un contrato con la organización Visión Mundial, en un proyecto en parceria con el Fondo de Población de las Naciones Unidas, lo que le permitió aproximarse al trabajo que es realizado en esta frontera. “Orientaban a las personas, que como yo estaban llegando en Brasil, iban a visitar las comunidades indìgenes y otros espacios, eran organizados y comunicativos y todas esas cosas yo las observaba con admiración” resalta Harlen.

 

Cuando se trata de enfrentar nuevos desafíos, especialmente en contexto de desplazamiento forzado, el proceso de integración puede verse comprometido por diferentes razones. Harlen y Camilia vivieron días de muchos cambios bruscos, que sobre todo para Camila, fueron una realidad muy difícil. 

 

“Ya no sé cuántos días lloramos, pero lloramos mucho al comienzo, luchamos tanto para llegar a ese momento y me di cuenta que todavía nos faltaba. Para Camilia fue muy difícil integrarse en la escuela, fuimos discriminadas por ser venezolanas, y eso dificultó mucho su integración, con el idioma, con la cultura, con la escuela y sumado a eso todos los cambios por lo que ella estaba pasando. Venimos ya soportando un sin número de contratiempos e inconvenientes, separación, sacrificios, dolor, miedo y a eso debemos sumarle otra serie de situaciones donde eres juzgado por tu nacionalidad” completa.  

 

A pesar del preconcepto y la xenofobia, Harlen y Camila continuaron demostrando ser mujeres extremadamente resilientes e persistentes. La relación y la integración de su hija con la escuela mejoró notablemente, y Harlen lo percibió en el rendimiento académico de Camila y su notable integración a las aulas de clase. 

 

Hoy Harlen forma parte del equipo del Fondo del Fondo de Población de la ONU, en Pacaraima, como asistente de campo 1, dando la primera atención a personas migrantes y refugiadas “ Ha sido una experiencia enriquecedora, me está haciendo crecer personal y profesionalmente dia a dia, estamos en constante aprendizaje y para mi representa más que un equipo de trabajo, es una oportunidad que nos ha permitido avanzar a mi hija y a mi y también ayudar a otros” dice.

 

En la asistencia humanitaria en Roraima, UNFPA, cuenta con espacios amigables, donde se presta atención a personas migrantes y refugiadas, por medio de orientaciones, charlas, informaciones y escucha especializada, que puedan dar soporte a las personas que llegan en condición de vulnerabilidad social, específicamente, mujeres viajando solas o con hijos, mujeres gestantes y lactantes, adolescentes, población LGBTI, población indígena, adultos mayores y personas con deficiencias. En estos espacios los asistentes de campo desarrollan un trabajo sumamente importante. En el caso de Harlen hoy es una de las mujeres movilizadoras comunitarias, que garantiza que las personas puedan obtener acceso a informaciones sobre servicios de salud, sobre salud sexual y reproductiva, derechos, y sobre prevención de la violencia basada en género dentro de Brasil. 

 

“Creo que UNFPA es una agencia que ayuda a transformar vidas, y lo digo por experiencia propia porque está transformando la mía”, resume.